"Decíamos ayer..."


Un día de marzo de este año me desplacé a Quijorna para realizar una ruta por la sierra oeste, zona tranquila donde las haya y por donde me encontré apenas dos o tres ciclistas. Era el 12 de marzo y el ambiente estaba enrarecido, las noticias eran muy preocupantes y tratabas de hacer caso a lo que escuchabas de tus dirigentes, como ahora. Tampoco en aquellas fechas, ni en las siguientes, os confieso que  me pueda considerar un experto en pandemias, como muchos otros a los que leía por esos mundos virtuales que todo lo "dominan". Trataba de guardar distancia social, aún mejor en una zona como la sierra Oeste de Guadarrama, que por la semana solía (y suele tener) poco tránsito de tráfico y de ciclistas; ni parar al café (gran sacrificio para un adicto al café) y no tocarme ni cara, ojos,... Recomendaciones que aquellos días (y estos) ya circulaban por todos los sitios.


Mi último puerto aquel día fue la Paradilla, que acometí por el oeste. Me hice la foto de rigor y fui descendiendo camino de la Cruz Verde, Zarzalejo, Fresnedillas de la Oliva, Navalagamella y, finalmente, de Quijorna, el lugar del que había arrancado unas horas antes.
"No salgas, por favor, todo esto está muy mal. Tengo miedo...". Obedecí, porque por mucho que os escriba aquí de ciclismo y de puertos, uno tiene sus prioridades, y la familia está muy por encima. No salí ese día y no volví a hacerlo hasta el 30 de mayo, porque, más de dos meses después de aquello, seguía sin ser un experto en pandemias, pero sí tenía claro que había que evitar aglomeraciones, y los horarios y el municipio no invitaba precisamente a ello...
Cuando volví a retomar las salidas tuve claro que había que rodarse, hacer kilómetros de llano. Llevo toda la vida haciendo deporte y al menos algo he aprendido, con lo habría que hacer un trabajo de "aproximación" a los puertos, meter alguna hora a la bici, al asfalto, al viento, algunos de esos elementos que no hay en un rodillo...






Y así llegamos al 18 de junio, día en que me planteo esta ruta o, al menos, una muy parecida, puesto que el tercer pico, el que no tiene nombre, no es más que una calle de San Lorenzo del Escorial que nos hicimos el socio y un servidor y que desembocaba en un camino de tierra. Él siguió por allí y yo bajé en busca del camino correcto...
Tenía tantas ganas de hacer puertos que a los 50 metros de subirme a la bici me caí. Casi en parado pasé por encima de la bicicleta y me estampé contra el suelo, así que durante todo el día fui soportando un dolor en el lado izquierdo (brazo, codo, hombro, pecho,...). Como me gusta extraer lecciones de todas las cosas tuve claro que si te relajas un momento, el peligro acecha...Ya sabéis lo que quiero decir.



Los primeros kilómetros de ruta nos conducen hasta el Escorial, donde arranca el primer puerto del día: la Paradilla. Por esta vertiente es un puerto apañado que sería incluso agradable si no fuera por el tráfico que tiene esta carretera. Rampas en progresión y zonas muy escénicas, como se puede ver en alguna foto.





Sí, al fondo el Monasterio del Escorial.



Ya hemos pasado el puerto de la Cruz Verde y vamos en busca de la Paradilla.




Un puerto cómodo de subir por el excelente asfalto y con el que cerraba "el círculo": el primer puerto (de verdad) era la Paradilla.





Todo era demasiado cómodo y no podía ser... El siguiente puerto del día era otra vertiente de la Paradilla bastante más dura y con más dificultades, puesto que en su primera mitad es de tierra.






Ya había subido dos veces por aquí y no había tenido mayores problemas, pero en esta ocasión era distinto. No sé si la pista tenía más gravilla suelta, era bastante más torpe, la caída me había hecho más temeroso, lo cierto es que durante largos tramos me bajé de la bici y caminé y caminé.






Alcanzamos el pueblo de la Hoya y cambiamos a hormigón  y, seguidamente, a asfalto, ya hasta coronar.







Una verdadera joya de subida la Paradilla por esta vertiente con una media próxima al 8%,




Esta vertiente se corona a unos 100 metros del puerto de la Paradilla, en una curva de la carretera que va a Robledondo.




A la bajada aprovechamos para hacer fotos en el Mirador de Ángel Nieto. Las vistas son espectaculares, con el Monasterio del Escorial al fondo, y las últimas revueltas de la ascensión a la Cruz Verde (por donde habíamos subido anteriormente, y por donde bajaríamos ahora).




Tras un pequeño avituallamiento en el restaurante de la Cruz Verde descenso rápido hacia San Lorenzo del Escorial, donde nos espera la tercera subida. Pero me confundo de calles y aquí separamos momentáneamente nuestros caminos: Jorge se va por una pista de tierra y yo desciendo en busca de la carretera correcta. Finalmente alcanzo la cima de esta subida: la carretera de la derecha (la que tomamos) nos lleva al restaurante el Tomillar, en tanto que por la izquierda se puede seguir subiendo hasta el alto de Abantos.




Tras soportar bastante tráfico otra vez en el tramo que va del Escorial a Guadarrama nos dirigimos a la última subida del día: la Jarosa. Había ascendido ya dos veces por una de las vertientes y me tentaba subir por la otra, por el norte.
A poco de comenzar Jorge pincha y me voy en solitario, porque no sabe si podrá con el puerto. Los dos hemos perdido fuelle, ese que teníamos hace un par de años, pero con el tiempo todo vuelve...





Por esta carretera en tan excelente estado (partes descarnadas, de tierra, piedra suelta) y rampas de dos dígitos me dirijo a la cima de la Jarosa. No sé si por las ganas de culminar una muy buena ruta, por volver a respirar en la montaña, por esas ganas de bici y de puertos que tenía, asciendo cómodo el puerto y no me veo tan torpe como al principio de la ruta.



El premio es éste: vistas espectaculares de gran parte de la comunidad de Madrid, viéndose incluso la capital.
Opto por descender por la otra vertiente y cuando ya estoy abajo me vuelvo a encontrar con Jorge, que también coronó. Un gran cierre de ruta y un gran día que necesitábamos como amantes del cicloturismo y de los puertos.



Salud, fuerza y pedaladas.




La ruta fue así (en Strava)