La conquista del Villuercas

Un día de otoño de hace unos cuantos años cogí el coche y me planté en Villar del Pedroso para hacer una ruta con varios puertos de Cáceres entre los que estaba el Villuercas. No hice ninguna crónica en la web (una pena), pero tengo las fotos por ahí... Llovía por momentos, había niebla en ocasiones y por aquellas carreteras no pasaban casi vehículos. Tras coronar Arrebatacapas y Hospital, salí a una carretera principal en dirección a Guadalupe. Poco a poco subía y subía, hasta que alcancé un desvío al Villuercas. Me adentré en una carretera con aspecto infame, sorteando baches y más baches. La niebla se cerraba más y más  hasta que alcancé un desvío por una pista de hormigón de la que había leído en su día. Continué hacia arriba y parecía que la carretera mejoraba algo (poco) hasta coronar. Me hice la foto junto a una valla, en mitad de la nada, tras un montón de horas en las que no me crucé con nadie. Esa fue mi primera experiencia en el Pico Villuercas: el día que pedaleé en ninguna parte, hacia ningún sitio. Una vez coronado bajé hasta el desvío con aquella carretera de hormigón y, pensando que sería menos doloroso que meter la bici por la pista descarnada, infame y horrible por la que había subido, me lancé por aquellas rampas "imposibles" del camino de las Acebadillas durante unos tres kilómetros. A partir de ahí todo cambió: empecé a ver algo "de luz", me quedé más enamorado del paisaje y rodé y rodé hasta alcanzar el coche otra vez tras 160 kilómetros y 3000 metros. Una ruta increible, sí, pero en la que no había visto la colosal cima.

Tras unos cuantos años leí que la carretera del Pico Villuercas había sido arreglada, por lo que lo volví a marcar en mi "agenda de puertos". Tenía que volver por aquella carretera, por aquel puerto, por aquella subida... Así que volví este año...y en dos ocasiones con dos buenos compañeros de ruta. Allá por el mes de junio, con Jorge, y, en esta ocasión, con Chambat. En la primera el ascenso lo realizamos por Guadalupe, y, esta vez, por el camino de las Acebadillas. Esta es la ruta cuya crónica os voy a relatar.

Un año complicado, que es lo más suave que se puede decir hoy día de lo que pasa con la pandemia. Este año, difícil en cuanto a la realización de rutas, tuvo un pequeño margen durante el verano, en tanto que durante el otoño  fue difícil hacer planes de ruta...no, de realizar rutas  más bien. Así, el 1 de diciembre nos desplazamos hasta Castañar de Ibor, en Cáceres, para realizar una ruta circular que contaba con el pequeño "apéndice" de la subida hasta la cima del Pico Villuercas.




El perfil de la ruta finalmente realizada fue éste que tenéis sobre estas palabras.


El mapa de la ruta, en Google Maps.




En Castañar de Ibor, con temperatura fría, aunque aceptable para ser diciembre (en torno a  8 grados), nos disponemos a afrontar la ruta, la cual comenzará con una pequeña bajada de casi 3 kilómetros.





Tras ese descenso arranca el primer puerto del día: la subida hasta la localidad de Robledollano, la cual cuenta con una dura parte final al 8 y el 9%.





Tras Robledollano entramos en una zona de "toboganes", con "repechos" que parecen puertos y todo ello por una carretera sin apenas tráfico y en un excelente estado que nos lleva hasta el desvío que tenemos en la foto a Retamosa, Navezuelas,...



La ruta vira ahora hacia el sur y comenzamos a divisar a lo lejos el imponente Pico Villuercas



El paisaje se vuelve impresionante. Aquí tenemos las Apreturas del Almonte y la bifurcación de la carretera. Nosotros continuaremos por la de la derecha, hacia Cabañas del Castillo y Solana de las Cabañas, en tanto que la otra sigue hacia Roturas y Navezuelas, ascendiendo también hasta el desvío del camino de las Acebadillas.




Este es el cruce hacia Solana y Cabañas del Castillo. A partir de aquí hay un pequeño descenso  antes de afrontar un pequeño puerto de 2-3 kilómetros...




Ya metidos en faena, allá atrás la carretera por la rodábamos antes de tomar el cruce.





Frente a nosotros la localidad de Cabañas del Castillo (con el castillo en lo alto del peñasco), localidad cuyo cruce dejaremos un poco más adelante.





Tras varios kilómetros de toboganes comenzamos un enlazado de tres puertos en uno que culminará en el Pico Villuercas. El primero de ellos lleva el nombre de Era del Alcornocalejo y atraviesa Solana de Cabañas.





Una vez pasamos Solana encontramos el desvío a Navezuelas por el que había planeado la ruta. Pensaba que era carretera, pero tras unos pocos metros vemos que se trata de una pista de zahorra. Optamos por darnos la vuelta y continuar por la carretera que habíamos dejado hasta coronar primero el puerto de Eras de Alcornocalejo y, seguidamente, el puerto de Berzocana y el collado del Mazo... La dificultad y los metros de desnivel no variaban, pero sí mejoraba, eso sí, la carretera. Demasiado riesgo para una ruta en esta época, con mucha limitación en cuanto a horas de luz.




Así que seguimos por este primer puerto con el curioso nombre de Eras de Alcornocalejo.





Tras coronar hay un par de kilómetros de bajada que conectan con la carretera que proviene de Berzocana, la cual puede enlazarse con el collado del Mazo, cuya parte final se ve allí arriba...





Pero si el paisaje hasta ese momento nos había gustado mucho, a partir de aquí se torna colosal y nos adentra ya en el Villuercas, cuyo desvío está a menos de 10 kilómetros de aquí. Sí, fotos y fotos sin parar...





Tras coronar el collado del Mazo entramos en este tramo casi llano que enlazada con el collado del Brazo, allí al fondo, y a más de 1000 metros de altitud.



Tras 60 kilómetros alcanzamos el desvío por el camino de las Acebadillas, tres kilómetros de subida en hormigón que asemejan con la Bola del Mundo y que serán lo más duro del día...



Tramo durísimo, rampas que se acercan al 20% y ese piso que dificulta aún más las pedaladas, en un momento la localidad de Navezuelas queda allá al fondo empequeñecida.




Y salimos a la carretera principal que sube al Villuercas. Ahora sí es un lujo esta subida... Qué lejos de aquellos recuerdos de niebla y la sensación de pedalear en mitad de la nada.




Desde el desvío (el collado de Ballesteros) aún tenemos otros 2,5 kilómetros para coronar el Villuercas, aunque la carretera ayuda ya lo suyo a pesar de las rampas del kilómetro final.



Una ascensión sublime, todo un lujo para el cicloturismo y en la que hay que inmortalizarse






Descendemos ya por la carretera principal hasta la ermita del Humilladero, donde la ruta vira hacia el norte. La temperatura arriba es gélida y la bajada cuenta con muchas zonas mojadas.




Nos despedimos del Villuercas hasta una próxima ocasión.



Mas de 20 kilómetros con algunos repechos, alguno considerable, antes de alcanzar Castañar de Ibor.




Llegamos a Castañar de Ibor tras 102 kilómetros de ruta y 2000 metros de desnivel. Llegamos con tiempo suficiente aún de luz y prestos para degustar un bocata para recuperar. Queda mucho que comentar y queda mucho que planificar... Material  de próximas rutas, de próximas crónicas.