UN EVEREST DE 8868 METROS






No, no me  he equivocado. El Everest mide 8848 metros, pero el día 18 de junio de 2011 conseguimos elevarlo 20 metros más...


El perfil de la ruta.

Estos son los datos de los puertos.

Dicen que el ciclismo es un deporte individual, pero se equivocan quienes afirman eso, ya que hay muchísimo más equipo de lo que se cree. De no ser por un equipo, los tres locos de los puertos que el día 18 de junio de 2011 se juntaron en Pola de Lena para hacer 11 puertos, 237 kilómetros, 16 horas de bici (21 en total entre paradas para comer, averías y demás) y 8868 metros de desnivel, no hubieran alcanzado el objetivo. El equipo, en el día del reto, fue fundamental: todo un "comandante" el señor Isma, quien ya con la experiencia de otro reto de semejantes características realizado hace cuatro años nos guía a Peri y a mí en esta locura. Isma tiene un absoluto control del ritmo, de la mentalidad, en la ruta. Pero no sólo de su propio ritmo, sino del de los demás. El siguiente elemento clave fue JaviAvilés, nuestra "hada madrina", un genio que se ocupó de darnos asistencia técnica, ánimos, de mantener informada a toda la gente que seguía el reto en una red social (Facebook) y en nuestro foro (Altimetrias.net). Sin él, yo particularmente no lo hubiera alcanzado. Con eso está todo dicho. Una suerte tremenda tenerlo como amigo... Y sigo con El gran Dani, amigo de siempre, y que se ocupó también de seguirnos durante la ruta, de darnos ánimos, de darnos comida, de subirse en bici dos puertos,... Muy completo el chaval. Nos acompañan también durante una parte del recorrido dos de mis socios de grupeta, Lago y Estrada. ¡Cuántas rutas juntos para llegar aquí en condiciones! Y ese fue el equipo del día, un gran equipo.

Pola de Lena, 4:40 h del 18 de junio de 2011. Preparados para la batalla.

En Gamoniteiro, el primero.

En el Cordal, el segundo.

En Riosa

Subiendo Angliru

En la Cueña.

Peri en la Cueña Les Cabres.

Vídeo de la primera parte del Angliru


Vídeo de la segunda parte del Angliru


Javi retransmitiendo la etapa.

En el Angliru

En el Angliru, el tercero

Angliru








Ascendiendo Vega Bobies.

En Vega Bobies, el cuarto

En Dosango

En San Lorenzo.

Pero esto requiere una preparación de meses y una progresión de años. Al menos yo lo entiendo así. Hace cuatro años tenía colgada la bici en la cochera. Hace tres, con Coto Bello ya tenía suficiente. Hace dos, tres mil metros de desnivel eran el techo. Hace uno, nos pusimos en 5000 y 6000 metros. Y así hasta llegar a lo del 18 de junio. La cabeza y las piernas para algo así tienen que funcionar y de no ser por un “elemento” que conocí hace algo más de dos años esto ni me lo hubiera planteado: “Elgolfor”, un maestro de los puertos, del “saber regular”, un sabio de la vida (espero que todo esto no le haga dejar de leer y enviarme un mensaje con el cariñoso “nenaza” con el que cada poco me obsequia). De no ser por él los momentos de debilidad ya hubieran surgido en el Angliru o en Vega Bobies, con más de la mitad de la ruta por hacer. “Es la cabeza la que dirige las piernas” suele decir, así que por muy “alimentadas” que estén de entrenamiento en puertos y subidas, cuando la cabeza dice basta se acabó… Es el “jefe” de nuestra grupeta de amigos gracias a los cuales llegamos en condiciones para el reto. Si no fuera por la cantidad de rutas, de grandes momentos, de “bocatas” y de risotadas que nos pegamos, mi Bianchi estaría colgada en la cochera o haría pequeños paseos con el mínimo aliciente. Sin embargo tener amigos como éstos te alientan a coger la bici cada día. Una suerte pedalear con ellos todas las semanas y compartir con ellos cosas como ésta y como tantas otras, que tenemos un montón.

Javi. Sin él ni Everest ni ostias...

Dani, el incombustible.


La terrible Cueña allí arriba.

Llegando a Viapará

Fallos en el cambio todo el día.

Listos para afrontar Les Cabanes.

En plena Cueña.

En plena Cueña.


En el Aviru

Peri en Piedrusines.

Vega Bobies.

Isma en Vega Bobies.

En el cuarto había optimismo.

Subiendo hacia Dosango.

Aparecen Estrada y Lago.

Subiendo hacia Dosango.

Cima de Dosango, el quinto.

Cruz de Linares.

Cruz de Linares.


La Cruz de Linares.


Un momento de relax.


Comida en Cruz de Linares.

En Cruz de Linares


Subiendo Banduxu.

Subiendo Banduxu.

Banduxu

En Banduxu.

En Banduxu.

Y tras esta acumulación de flores para el equipazo, os voy a describir el reto en sí.

Pola de Lena, 4:30 h. Quedamos frente al Hotel Ruta de la Plata para cargar comida, material, ropa y demás en el coche de Javi, y partimos en la noche rumbo al alto del Gamoniteiru, el primer coloso del día. Son 16 kilómetros de ascenso que nos llevan en torno a dos horas, con lo que al descender nos aseguramos que prácticamente sea ya de día (mucho más seguro, entonces). Es un puerto que, a pesar de ser el más largo del día, se nos pasa casi volando. Ni el tramo irregular de dos kilómetros, ni el viento, ni el frío logran arrebatarnos ni un gramo de ilusión por el reto. Sabíamos a lo que veníamos. El descenso lo hacemos con precaución y entramos en torno a las 7 y media de la mañana de nuevo en Pola de Lena, donde poco después arranca el segundo del día, el Cordal, puerto clásico que precede al Angliru en la Vuelta y también en esta nuestra ruta. Con mucha solvencia llegamos a la cima y el Peri que comienza a maravillarse con el paisaje, con el verde, con las montañas… Estamos ya en los 2000 metros de desnivel en menos de 40 kilómetros. Foto en la cima y descenso hacia Riosa para afrontar el segundo gran coloso, la tercera ascensión, el puerto que da una dimensión épica a la jornada: el Angliru. Una nueva instantánea junto al cartel que indica el inicio del puerto y arrancamos en busca de Viapará, de Les Cabanes, de la Cueña, del Aviru… Todos esos nombres que están en la mente de todo aficionado al ciclismo. La primera parte, regulando al máximo para afrontar con las máximas fuerzas esa vorágine de rampas y leyendas que se encuentran después de Viapara. La segunda, echando el resto para superarlo y colocarnos con unos escalofriantes números: 3200 metros de desnivel en 59 kilómetros. Pero en una ascensión como esta los números importan bien poco y el Peri lo demuestra. Las fotos, los artículos, las altimetrías del Angliru son una cosa y verlo en directo es otra bien distinta. Eso parece estar diciéndome cuando nos paramos, en la bajada, en la curva de Cobayos y se queda absorto contemplando el espectáculo. Amigo Peri, te lo dije durante la semana, puede haber puertos más duros, pero el Angliru es el “Rey”…

Momento pinchazo.

El Peri dándolo todo en el Maravio


En el Maravio

Mi careto subiendo San Lorenzo

San Lorenzo con la niebla ya metida

En San Lorenzo, sobre las nueve y media de la noche. El fiel reflejo de lo que fue el Everest. Gracias Dani

Ascendiendo Bermiego en mitad de la noche

Cosas de las cámaras. Pero parecía que estamos tocados por una varita mágica...

Nos encaminamos a Vega Bobies cuando nos encontramos con Javi Estrada y Javi Lago (mis comandantes). Serán pedaladas para comentar lo que va de jornada que en kilometraje ha sido poca cosa, pero que mentalmente ya ha dado mucho pues los dos grandes colosos ya han caído. Será en La Vara, a 3 kilómetros de la cima donde los dos comandantes deciden darnos impulso y dejarnos en solitario para culminar la cuarta cota de la jornada. En Vega Bobies, subida que la tropa astur mostró en el programa ENBICIATE de Oviedo TV hace unos meses, se nos vuelve a aparecer la Cueña. Peri no se lo cree. No puede ser. Isma, por su parte, ya está curado de espanto. El año pasado, en un día loco por la zona, tras la Subida Cicloturista al Gamoniteiru decidí mostrarle este “hermano pequeño” del Angliru. Son ya 3800 metros.

Y viene el puerto suave de la jornada, con varios kilómetros al 4-5%, zonas de bajadas, pero de 10 kilómetros que llegan hasta Dosango. Poco antes se nos han unido de nuevo Estrada y Lago. La subida se hace muy amena, empieza a hacer calor y somos optimistas. Será el momento en que le diga a Isma que hoy nos comemos el Everest antes de las 10 de la noche y que remataremos la jornada triunfal entre risas de todo el grupo con un buen “cebatu” en la mesa. Iluso de mí… Se inicia Cruz de Linares y vuelven las rampas duras. El puerto acumula tramos enteros al 10-11%, pero lo mejor es comprobar que llegamos a la mitad del “Everest”. La segunda gran barrera psicológica ya ha caído. Es importante ahora pensar que ya estás restando… Será en la cima del puerto donde comamos. Paisaje excelente, temperatura ideal, y el grupo que es más numeroso que nunca. Dani ha vuelto a aparecer ya para no irse hasta el final de la prueba. Poco después Estrada y Lago se van y deciden dejarnos “solos ante el peligro”. Nos convencen de que todo está hecho y de que acabaremos triunfadores…

Nos vamos a por Banduxu, la ascensión que me ha hecho sufrir como nunca las dos únicas veces que he osado enfrentarme a ella. Incluso más que el Angliru el año pasado. No sé si será por esos tramos de descenso abrupto, por las enormes rampas, por los cambios de paisajes… ¿quién sabe? Lo cierto es que en esta ocasión descendemos al pueblo y seguimos de forma optimista viendo como el desnivel continúa creciendo. Son ya más de 5600 metros cuando el infortunio aparece. En plena bajada paso por encima de una piedra y reviento la cámara (hay alguna foto del suceso). Primer pinchazo del día que espero que sea el último. Pero lo peor no es eso, sino el estado en el que tengo la cubierta trasera. Mis dos compañeros se sorprenden de ello. Ya con los alambres de la misma a la vista, bajo con toda la precaución del mundo hasta el cruce donde Javi nos espera. Decidimos cambiar la cubierta trasera no vaya a ser que reviente… Tras más de quince minutos de parón volvemos al camino hasta que, poco después, vuelvo a pinchar, esta vez de la rueda trasera, cuya cubierta tiene un buen “agujero”… Javi se ha ido por delante en coche, no hay cobertura de móvil… Decide Isma irse en busca de Javi y de una zona desde donde pueda hacer una llamada. Serán más de 20 minutos en los que Peri se echa sobre el suelo y yo, de pie, empiezo a desesperarme, a enfadarme. No puede ser, no es justo. Me veo pletórico, para comerme el Everest, como Isma y Peri, y el maldito infortunio de las averías nos juega esta mala pasada. Es entonces cuando pienso en todos los malos momentos de este año y, sobre todo, de uno muy especial en el que un gran amigo me dijo, a mil kilómetros: “Tranquilo Marce, nosotros te recibiremos con los brazos abiertos”. El gran día en el que esta locura del 18 de junio comenzó a hacerse una completa realidad. No vale la pena lamentarse, no vale la pena decir que no puede ser. Sólo hay seguir y seguir y seguir. Así que le digo a Peri que voy a hinchar la rueda y tirar hacia delante, aunque se rompa la cubierta en mil pedazos. Pero a los 100 metros de arrancar aparece Javi y me cambia la cubierta. Peri se ha ido por delante y tiro como un poseso en busca del Maravio. Allí, a pie de puerto me espera Isma con una cara de “buena ostia”… El cambio, que me ha ido dando guerra durante toda la jornada (saltando los piñones en todos los puertos cada vez que forzaba en exceso), vuelve a jugármela. Y así, con rabia, subo Maravio a ritmo endemoniado, tanto que Isma me suelta que no me va a servir de nada llegar arriba y tener que esperar. Le argumento que por mi culpa se nos ha ido el tiempo y eso me molesta mucho. Le agradeceré siempre que me calmara en ese momento. Decide empezar a regular y llegamos los tres hasta la capilla de Santa Ana, donde finaliza la parte dura del puerto. La siguiente, hasta la cima del puerto, decide no hacerse porque el tiempo se nos ha echado encima y el poco desnivel que ganaremos no nos va a compensar. Decidimos descender, entonces, por la misma carretera que hemos subido. Esa en la que ya rompí dos radios en los últimos meses… Y como no hay dos sin tres, cuando voy “echando cuentas” sobre el desnivel a acumular para llegar a Pola de Lena, reviento la rueda delantera otra vez. Isma, Peri y Javi ya se lo toman a risa porque parece que estoy gafado. Total, otra rueda porque no podemos parar en exceso. Son las ocho y media y aún estamos en Teverga para ascender San Lorenzo. Sabemos que la noche se nos va a echar encima. ¡Y qué más da! ¿Puede ya pararnos algo? ¿Tal vez otra avería? Imposible, porque ahí está Javi para solucionarlo. ¿Un mal momento psicológico? Imposible, ahí están Javi y Dani para animarnos. ¿Una pájara? Imposible, ahí están Javi y Dani para suministrarnos lo que sea…

Y con toda la fuerza de estar venciendo a las dificultades, encaramos San Lorenzo con tanta energía que decidimos romper el grupo desde abajo. Isma se va poco antes de Villanueva y me voy tras él en una persecución loca por las duras rampas del puerto. Peri sigue dosificándose. ¡Qué tío más impresionante! Está claro que los tres veníamos mentalmente más que preparados… Pero paso mi momento “pájara” a dos kilómetros de llegar a la cima. Son tantísimos kilómetros de esfuerzo que los pago ahí arriba… Entre la niebla vamos culminando el noveno puerto del día, el que nos sitúa en los 7500 metros de desnivel. El descenso hacia Teverga nos deja casi congelados pues la noche se nos echa encima y las fuerzas ya van justas. Sólo la ilusión de superar este reto nos da energía. 


Vuelven las luces y los chalecos para afrontar las dos últimas ascensiones del día, ya en Quirós, y cuando son más de las diez y media de la noche. Hemos decidido hacer un pequeño cambio: Bermiego por Alba. Físicamente mucho mejor para nuestros castigados organismos. ¿Mentalmente? Eso lo descubriremos en el pueblo al darnos cuenta de que hemos sobrepasado la barrera de los 8000 metros. Las cuentas salen. Isma y yo habíamos hecho cálculos de los metros necesarios para que el Everest fuera culminado en la Cobertoria. No podía ser que nos faltaran 20 metros… Y así, la ascensión a Bermiego se hace tan dura entre curvas de herradura que casi lo agradecíamos. Sabíamos que todo este esfuerzo, todas esas herraduras nos estaban dando el Everest. Llegar a los 8030 metros en pleno pueblo, pasando por hormigón y tierra, hasta el Rebollo, fue uno de los momentos que no se me olvidará nunca. Los 8848 ya estaban a nuestro alcance…

Llegamos a Bárzana de Quirós para ascender el último puerto del día. Son más de las doce de la noche. Casi no pasan coches por la carretera y nosotros, con la ilusión del Everest, flotamos por las rampas de la Cobertoria, mi puerto. Han sido tantas las ocasiones que lo he ascendido bajo las más variadas condiciones que sólo me faltaba hacerlo de noche. Y esta era la ocasión, claro… A la altura de Murias Javi ha aparcado en una orilla. Parece dormido, como “echando una cabezadita”. Seguimos pedaleando y cuando nos quedan unos dos kilómetros aparece Dani, que se había ido por delante, para avisarnos de que en la última parte de la Cobertoria hay una niebla muy espesa. Y así, de uno en uno, entre la niebla, vamos haciendo el último kilómetro. Voy pensando tantas cosas que ahora mismo soy incapaz de describirlas. Épico, agónico momento, como figuras fantasmagóricas llegamos a la cima del Everest, circunstancialmente la Cobertoria. La jornada sigue dejando imágenes y momentos, para nosotros, más cerca de la leyenda. En mitad de la noche aparece Javi y detiene el coche. Completamente agotado, es incapaz de reconocernos y consigo cambiarlo de asiento. El cómo llegó hasta allí sin que le pasara nada, vistas sus condiciones, es casi inexplicable. Tal vez alguien se encargó que aquel que puso ayuda en todo momento, en todas las circunstancias, tuviera esa misma ayuda en medio de la nada. Isma se encargará de bajar su coche hasta Pola.

En Bermiego, en mitad de la noche

Frente al hotel Ruta de la Plata (desde donde habíamos salido hacía unas 21 horas), ya en Pola. Ahí tenéis dos héroes.

El estado de la cámara tras el primer pinchazo...

Número inmortal para nosotros: 8868 metros.

Los integrantes de la ruta, tras el reto y la cena. A las tantas de la noche...

Cuando llegamos a nuestra meta son más de las dos de la mañana. Llevamos más de 21 horas encima de la bicicleta y 16 pedaleando.

¡Inolvidable!

Gracias Isma, Peri, Dani, Javi, Lago y Estrada, por poder compartir con vosotros esta ruta tan loca. Golfor, Roberto, va por vosotros, amigos.

Y muchas gracias a todos los que nos habéis seguido y dado ánimo durante toda esta locura maravillosa...

Un abrazo