ENTRE NEILA Y URBIÓN

Mientras iba en coche a Navaleno pensaba en lo que podía hacer durante el día, en la ruta. Al principio se te pasa por la cabeza la de engordar tu número de CIMAS, la de batir tu propio record personal en una única jornada,... Daba igual, iba a pedalear en solitario. El límite, el ritmo, lo impodría yo. ¿Los compañeros? Esta vez no había. Bueno sí, la Bianchi, la carretera hacia arriba, la montaña,... Paisajes de ensueño y el factor riesgo elevado. ¿Por qué no? Lo sencillo es pedalear con más gente. Si te ocurre algo, te ayudarán. Pero yo siempre he tenido un gusto especial por enfrentarme al riesgo. Algunos lo llaman locura, pero me gusta. Es una forma de sentirse más vivo. Superar las dificultades, salir airoso de ellas tras verlo todo muy negro...

No fue fácil. Llevaba unos días pedaleando muy poco. La cantidad de puertos, de kilómetros, la presión en otros "temas", el calor, me habían adelgazado en exceso. Cuando tus padres, tu novia, tus hermanos, tus amigos, ven que estás "en chasis", que estás excesivamente "huesudo", las alarmas se encienden. El dolor de piernas, además, era insoportable. Había que parar un poco, darse un respiro de un par de semanas antes de volver a la montaña. Yo no compito, pero me autoexijo casi siempre. Es el precio a pagar por tener esa insaciable hambre de ascender sin parar (casi nunca).

El perfil de la ruta fue éste:

Parto de Navaleno, en Soria, rumbo al primer puerto CIMA del día: el Cargadero. Un puerto que no me llama excesivamente la atención. Posiblemente haya sido el más flojo de la jornada, pero que sirva para coger un poco de moral. El CIMA es un juego en el que puntúan por igual tanto el Angliru como éste. El escaso esfuerzo sirve para puntuar por primera vez este día. Ya está...

Me dirijo ahora a Quintanar de la Sierra en busca del gigante del día: Lagunas de Neila. Por esta vertiente son casi 16 kilómetros a más de un 5% de pendiente media, pero con un coeficiente APM de 246 y varios kilómetros, los finales, que no bajan del 10% (las máximas llegan al 16-17%).

Desciendo en busca de las Viniegras y el puerto de Montenegro, pero mi sorpresa es encontrarme con la vertiente de Villavelayo (de las Lagunas de Neila). Una auténtica maravilla de la naturaleza que me sirve para sacar fotos y más fotos. Serán insuficientes, el regalo para la vista es máximo..


Montenegro es un puerto largo, aunque con una primera fase, hasta Viniegras de Arriba, que no cuenta con rampas de consideración. Serán los últimos kilómetros los que me hagan soltar: "ostias, el Mont Ventoux riojano". Las pendientes, ahora sí, son tremendas, de hasta un 13-14%. con herraduras, y bajo la imponente sierra de Urbión. Antes, una fuente salvadora en Viniegras de Arriba, me permite reponerme...

El descenso es precioso. Tendré que volver, claro, para apuntarme el CIMA por Soria. Valdrá la pena porque con vistas como éstas...

Llega el momento de relax al alcanzar la población de Montenegro de Cameros. Un bar de esos en los que los bocadillos saben a gloria y el chorizo, más aún. Servirá para coger energías ante la segunda parte de la jornada. El día está siendo especial, mágico. Hacía tiempo que no tenía la sensación de volver a los orígenes, a cuando me decidí a bajar la bicicleta y ponerme a pedalear otra vez. Disfruto muchísimo cuando saboreo los puertos en la mejor compañía, pero en solitario es otra cosa que también me encanta paladear. Planificar la ruta uno mismo, regular los esfuerzos, pelear contra la montaña,... Sabor cicloturismo en esencia.

Y me voy a por el cuarto del día, Santa Inés, un puerto de esos continuados, aunque con un punto de dureza situado en mitad de subida. Da lo mismo porque el avituallamiento ha sido excelente y han vuelto las fuerzas.


Pero el puerto que más me ha hecho sufrir en la ruta fue el quinto: Laguna Negra de Urbión. Tercera ascensión consecutiva, sin llano entre medias, esta subida es muy irregular y consta de dos carreteras, una de subida y otra de bajada. La de subida, la que toca, es irregular, combinando tramos con escasísima pendiente con otros de franca dureza (hay un kilómetro central a más del 11%).


Cuando alcanzo la cima del quinto llego a un bar en donde el dueño me saca la fotografía que veis arriba. Le pregunto por la carretera que se dirige a Duruelo que sale en pleno descenso de la Laguna Negra. Me comenta que está mal, que eso no es para bici de carretera,... Pero no me convence. Tengo que verlo con mis propios ojos, cerciorarme de que por ahí no se puede pasar... y atravesar eso me hace perder mucho tiempo: durante un par de kilómetros navego por la nada más absoluta. Decido dar la vuelta y tomar una opción más larga. La dosis de franco peligro ya ha pasado...

Esa otra opción me hace incluir otra subida más, un puerto no puntuable en el CIMA pero que incrementa el desnivel acumulado y el kilometraje de la jornada. Ya no hay duda: es una de mis rutas del año.

Y llega el turno del último CIMA del día: Cabeza Alta. La vertiente por la que asciendo no reviste ninguna dificultad, pero el esfuerzo realizado durante el día pasa factura, mucha factura. Desde la cima del puerto aún unos 14 kilómetros hasta Navaleno plenos de repechos..

¿Los números? Para los amantes de los datos, han sido 189 kilómetros, 3612 metros de desnivel acumulado, 7 puertos (6 de ellos CIMA), más de 9 horas de pedaleo, 20,3 km/h de velocidad media...

Pero yo me quedo con otra cosa, con otra imagen: Montero siempre mira hacia arriba.